¿Guerra o Revolución? – Nestor Makhno

¿GUERRA O REVOLUCIÓN?

LA BATALLA DE ALEXANDROVSK – ENERO DE 1918

Nestor Makhno

El 8 de enero, los cosacos del Don y del Kuban abandonan el frente exterior, se dirigen hacia el río Don por todas las estaciones de ferrocarril, queriendo reunir los ejércitos contra-revolucionarios del General Kaledin.

Algunos (18 regimientos de cosacos del Don y del Kuban, y 6 o de haïdamaki de la Rada Central)[1] quieren pasar por la ciudad de Alexandrovsk, pero el Comité Revolucionario de esta ciudad no quiere que pasen por ahí (lo cual habría significado abandonar la ciudad al pillaje).

Una delegación ha sido enviada a los cosacos para disuadirlos de pasar por Alexandrovsk, o por lo menos desarmados. La delegación cosaca, compuesta en gran parte por oficiales arrogantes y sin superiores que se lo impidan, los insulta, les dice que son más mucho más fuertes y que no tienen que pedir permiso para pasar.

La delegación de Alexandrovsk, entre las que estabamos los anarquistas de Alexandrovsk, María Nikiforova, y yo, que representamos “los campesinos revolucionarios de la región de Gulai-Polé” y el “grupo anarco-comunista” les respondemos:

Si así es, les dejamos. Nuestras negociaciones están rotas. Nosotros, representando a campesinos, obreros y marineros, vemos en su actitud, el deseo de provocar una lucha fratricida sangrienta. ¡Venga pues! Le esperamos.

Regresamos a nuestras líneas e hicimos saber a los combatientes que las conversaciones habían fracasado y que el enemigo vendría de un momento a otro. El clima se puso tenso. Yo me acerqué a dos combatientes, que decía uno al otro: “Qué mala cosa es la guerra” y dije:

” Sí, amigos míos, la guerra es una cosa muy mala. Todos nosotros lo sentimos, pero no podemos dejar de participar en ella…

– ¿Y por qué?…

– Mientras los enemigos de nuestra libertad recurran a las armas para combatirnos, también estaremos obligados a responderles con las armas a la mano. Vemos en este momento que nuestros enemigos no renuncian a combatirnos, y eso a pesar de que saben muy bien que los trabajadores no quieren ser unos esclavos a sueldo, sino que al contrario quieren ser libres, de toda esclavitud. Parece que esto habría debido bastar.

Nuestros enemigos los “Pomeschiki” [2], los patronos de fábricas, los generales, los funcionarios, los grandes comerciantes, los popes, los carceleros, y también toda la jauría de policías pagados para proteger todos estos sostenes del régimen zarista, habrían debido comprender y obstaculizar el camino de los trabajadores que intentan acabar su obra de liberación revolucionaria.

Todos estos holgazanes no hacen nada, no producen lo que necesitan, pero se esfuerzan por tener todo sin trabajar, de dirigirlo todo, incluso la vida de los trabajadores, y siempre, – esto es característica – a expensas de trabajadores. Y, por consiguiente, son ellos los responsables de esta guerra y no nosotros. Actualmente sólo nos defendemos, pero esto amigos, no es suficiente.

No sólo debemos defendernos, sino que tenemos que pasar a la ofensiva, defenderse habría sido suficiente, si, habiendo derribado el poder del Capital y del Estado, viviendo en la abundancia y en la libertad, estando la esclavitud abolida y reemplazada por la igualdad y qué, entonces, nuestros enemigos se levantaran contra nosotros con el fin de aplastarnos y de someternos. Pero cómo aún no hemos conseguido esto, debemos pensar en atacar nosotros mismos a nuestros enemigos.

La defensa está estrechamente vinculada al ataque, pero pertenece a nuestros hermanos y hermanas que, sin formar parte de las primeras líneas revolucionarias, siguen a los combatientes y, repitiendo sus ideas, engrandecen e intensifican la Revolución.

En este caso la obra de defensa adquiere su verdadero carácter y justifica toda la sangre derramada por los combatientes en la fase destructiva de la Revolución, consolidando sus conquistas sin deformar el carácter y el “alcance”.

En este momento un mando resuena: ¡sección de ametralladoras, fuego!

A continuación la batalla se compromete…

Los cosacos acaban por retirarse, su tren que retrocedía choca contra el tren de refuerzo que llegaba, los dos descarrilan. Tres horas después de mediodía los cosacos reenvían una delegación de 40 miembros con una bandera blanca, formada en su mayoría por cosacos rasos. Estos cosacos son seguidos por haïdamakis que soñaban con ocupar a Alexandrovsk para que les sirviera de base para las operaciones de pillajes y pogromos.

Pero después de la amarga derrota y el descarrilamiento del tren, regresaron de nuevo hacia Nikopol-Apostolovo. Los cosacos están dispuestos a deponer las armas, pero quiere mantener sus caballos, sus monturas y sables.

Los revolucionarios al principio se niegan, pero acaban por dejarles sus caballos y sus monturas.

El desarme de los cosacos duró dos días durante los cuales los abastecimos y organizamos mítines. El bloque bolchevique- Socialrevolucionario quiso atraerse a los cosacos a su causa, y expusieron los beneficios que les aportará la revolución, pero éstos quedaron más bien fríos, algunos incluso burlones.

Entonces María Nikiforova [3] les declararó que los anarquistas no prometían nada a nadie, que desean que los hombres aprendan a conocerse ellos mismos, a entender su situación en el marco del sistema actual de esclavitud, y que desean que estos hombres puedan conquistar ellos mismos su libertad.

Pero antes de hablar con más en detalle de ello, debo decirles, cosacos, que hasta ahora habéis sido los verdugos de los trabajadores de Rusia, y que podeis serlo para el resto de la Historia, o bien podeis poner fin a la conciencia de vuestro odioso papel y volver a la familia de los trabajadores. ¿Esta familia que hasta ahora ustedes no quieren reconocer y que, por un rublo del Zar o un vaso de vino, estabais siempre dispuestos a crucificarla viva?

En ese momento los cosacos que estaban allí se quitaron sus altos gorros de Astraján y bajaron la cabeza. Al continuar María Nikiforova su discurso, muchos sollozaban como niños. Este discurso les impresionó, y esto creó lazos duraderos con los anarquistas.

Después de pasar cinco días en Alexandrovsk, algunos expresaron su deseo de ir a combatir a Kaledine y los enviamos allí, de otro prefirieron volver a su casa (Los bolcheviques les pincharon sus caballos en el paso).

A continuación…la Makhnovstchina, y más tarde la toma del poder de los bolcheviques que extinguieron la revolución para imponer su dictadura, décadas de oscurantismo sobre lo que fue realmente esta revolución.

Extraído de La révolution Russe en Ukraine (mars 1917 – Avril 1918), editado por “La Brochure mensuelle” en 1927.

Traducido por Jordi Rey.

Notas:

1. Rada Central: parlamento del autoproclamado gobierno nacionalista y xenófobo.

2. Pomeschik: campesino rico.

3. María Nikiforova: anarquista (1885-1919) nacida en Ucrania, apresada y ejecutada en 1919, por tropas leales al Ejército Blanco.