Los dos Octubres – Piotr Archinov
LOS DOS OCTUBRES
Piotr Archinov
La La revolución, obrera y campesina, victoriosa de 1917 quedó legalmente establecida en la agenda bolchevique como la Revolución de Octubre. Hay una sana verdad en esto, pero no resulta enteramente exacto. En octubre de 1917 los obreros y campesinos de Rusia superaron un obstáculo colosal para el desarrollo de la revolución. Abolieron el poder nominal de la clase capitalista, pero antes de aquello alcanzaron algo de igual importancia revolucionaria o quizás algo aún más fundamental. Al tomar el poder económico de la clase capitalista y la tierra de manos de los terratenientes en el campo, ellos conquistaron el derecho al trabajo libre y sin supervisores en las ciudades, sino el control total de las industrias. Consecuentemente, fue antes de Octubre que los trabajadores revolucionarios destruyeron las bases del capitalismo. Todo lo que quedó fue la superestructura. De no haber habido esta expropiación general a los capitalistas por parte de los obreros, la destrucción de la máquina estatal burguesa -la revolución política – no habría triunfado de ninguna manera. La resistencia de los propietarios habría sido mucho más poderosa. Por otra parte, los objetivos de la Revolución Social de Octubre no se limitaban a terminar con el poder capitalista. Los obreros habían experimentado un largo período de desarrollo práctico de carácter autogestionario, el cual se malogrará en los años venideros.
Por tanto, al considerar como un todo a la evolución de la Revolución Socialista rusa, Octubre aparece sólo como una fase -aunque como una fase decisiva y poderosa, por cierto. Por esto es que Octubre no representa en sí, por completo, a la revolución social. Al pensar en los victoriosos días de Octubre, uno debe considerar esa circunstancia histórica como determinada por la Revolución Social rusa.
Otra peculiaridad, no menos importante, es que Octubre tiene dos significados -aquel que le fue dado por las masas trabajadoras que participaron en la Revolución Social, y con ellos, por los comunistas-anárquicos, y el que le fue dado por el partido político que captó el poder de esta aspiración a la Revolución Social, y el cual traicionó y sofocó todo posterior desarrollo. Una enorme distancia existe entre estas dos interpretaciones de Octubre. El Octubre de los obreros y de los campesinos es la supresión del poder de las clases parásitas en nombre de la igualdad y la autogestión. El Octubre de los Bolcheviques es la conquista del poder por el partido de la intelligentsia revolucionaria, la instauración de su “Estado Socialista” y de su método “socialista” de gobernar a las masas.
EL OCTUBRE OBRERO
La Revolución de Febrero sorprendió a los diferentes partidos revolucionarios en completa confusión y, sin dudas, se vieron considerablemente sorprendidos por el profundo carácter social de la naciente revolución. Primero, nadie salvo los anarquistas, querían creerlo. El Partido Bolchevique, el cual siempre decía expresar la aspiración más radical de la clase obrera, no pudo ir más allá en sus fines de los límites de una revolución burguesa. Fue sólo en la conferencia de Abril que se preguntaron qué estaba realmente pasando en Rusia. Si era sólo el derrocamiento del zarismo, o era que la revolución iba más allá -¿tan lejos como el derrocamiento del capitalismo? Lo último, planteó eventualmente a los bolcheviques la cuestión de las tácticas a seguir. Lenin tomó conciencia antes que los otros bolcheviques del carácter social de la revolución y enfatizó la necesidad de conquistar el poder. Vio un avance decisivo en el movimiento obrero y campesino que estaba socavando más y más las bases de la burguesía industrial y rural. Un acuerdo unánime sobre estas cuestiones no podía ser alcanzado, ni siquiera hacia los días de Octubre. Todo el tiempo, el partido maniobró entre las consignas sociales de las masas y la concepción de una revolución social-demócrata, que es de donde venían y donde se desarrollaron. Sin oponerse a las consignas de la pequeña y gran burguesía, por una Asamblea Constituyente, el partido hizo lo mejor por controlar a las masas, pretendiendo mantener el paso con ellas, el cual era cada vez de un tranco más largo.
Durante este tiempo, los obreros marcharon impetuosamente hacia adelante, arrojando implacablemente al suelo a sus enemigos a la derecha o a la izquierda. Los grandes terratenientes rurales comenzaron a evacuar el campo, huyendo del campesinado insurgente y buscando la protección de sus posesiones y de su gente en las ciudades. Mientras tanto, el campesinado procedía a una redistribución directa del suelo y no quería oír de convivencia pacífica con los terratenientes. En las ciudades, por su parte, un repentino cambio tuvo lugar entre los obreros y los empresarios. Gracias a los esfuerzos del genio colectivo de las masas, los Comités Obreros surgían en cada industria, interviniendo directamente sobre la producción, ignorando las advertencias de los propietarios y concentrándose en eliminarlos de la producción. De este modo, en diferentes lugares del país, los obreros lograron la colectivización de la industria.
Simultáneamente, toda la Rusia revolucionaria se cubría de una vasta red de Soviets obreros y campesinos, que comenzaron a funcionar como órganos de autogestión. Se desarrollaron, prolongaron y defendieron la revolución. El orden y la administración capitalistas, aún existían nominalmente en el país, pero el vasto sistema de autogestión obrera económica y social era creado en su seno. Este régimen de soviets y comités de fábrica, por el solo hecho de su aparición, amenazaban de muerte al sistema estatal. Debe ser aclarado que el nacimiento y desarrollo de los soviets y comités de fábrica no tiene nada que ver con principios autoritarios. Por el contrario, eran, en el cabal sentido del término, órganos de autogestión social y económica de las masas, y en ningún caso, órganos del poder estatal. Eran opuestos a la maquinaria estatal que buscaba dirigir a las masas y preparaban una batalla decisiva en contra de ésta. “La fábrica al obrero – la tierra al campesino” -estas eran las consignas con las cuales las masas revolucionarias de la ciudad y el campo participaban en la derrota de la maquinaria del Estado de las clases poseedoras, en nombre de un nuevo sistema social, fundado en las células básicas de los comités de fábrica y en los soviets sociales y económicos. Estas demandas circulaban de un extremo a otro de la Rusia obrera, influenciando profundamente la acción directa contra la coalición de gobierno socialista-burguesa.
Como explicábamos, los obreros y campesinos ya estaban trabajando hacia la entera reconstrucción del sistema industrial y agrario de Rusia antes de Octubre de 1917. La cuestión agraria estaba virtualmente resuelta por los campesinos pobres, en una fecha tan anterior como Junio-Septiembre de 1917. Los trabajadores urbanos, por su parte, pusieron en funcionamiento órganos de autogestión social y económica, arrebatando al Estado y a los propietarios sus funciones organizativas en la producción. La Revolución Obrera de Octubre arrasó con el último y más grande obstáculo de la revolución, el poder estatal de las clases poseedoras, ya derrotado y desorganizado. Esta última evolución abrió un vasto horizonte para la consecución de la Revolución Social colocándole en el camino creativo de la reconstrucción socialista de la sociedad, al que ya habían apuntado los obreros en los meses precedentes. Este es el Octubre de los obreros y de los campesinos. Significó un poderoso intento de los trabajadores manuales explotados de destruir totalmente las bases de la sociedad capitalista y de construir una sociedad de trabajadores basada en los principios de igualdad, independencia y autogestión del proletariado urbano y rural. Este Octubre no alcanzó su conclusión natural. Fue interrumpido violentamente por el Octubre de los Bolcheviques, que extendieron progresivamente su dictadura a través del país.
EL OCTUBRE BOLCHEVIQUE
Todos los partidos estatistas, incluyendo el bolchevique, limitaron la Revolución Rusa a la instauración de un régimen social-demócrata. Fue sólo cuando los obreros y campesinos de toda Rusia comenzaron la revolución, la cual se probaba como un hecho histórico irreversible, que los Bolcheviques comenzaron a discutir el carácter social de la revolución, y la consecuente necesidad de modificar sus tácticas. No había unanimidad en el Partido sobre las cuestiones de carácter y orientación de los eventos que estaban teniendo lugar, ni siquiera en Octubre. Más aún, la Revolución de Octubre, al igual que los hechos que siguieron, se desarrolló mientras el Comité Central del Partido se hallaba dividido en dos tendencias. Mientras una parte del Comité Central, con Lenin a la cabeza, preveían la inevitable Revolución Social y proponían la preparación para la toma del poder, la otra tendencia, liderada por Zinoviev y Kamenev, denunciaba la tentativa de Revolución Social como aventurerista y no iban más allá de llamar a la Asamblea Constituyente en la cual los Biolcheviques ocuparían los puestos más a la izquierda. El punto de vista de Lenin prevaleció y el Partido comenzó a movilizar sus fuerzas en caso de la lucha decisiva de las masas en contra del gobierno provisional.
El Partido comenzó a infiltrar los Comités de Fábrica y los Soviets de Delegados Obreros, haciendo lo posible por obtener en estos órganos de autogestión los máximos mandatos a fin de controlar sus acciones.
Sin embargo, la concepción y aproximación de los Bolcheviques a los Soviets y a los Comités de Fábrica era fundamentalmente distinta a la de las masas. Mientras la masa obrera los consideraba como órganos sociales y económicos de autogestión, el Partido Bolchevique los veía como medios para arrebatar el poder a la decrépita burguesía y luego de esto, usar este poder para servir a los intereses del Partido. Entonces, una enorme diferencia se revelaba entre las masas revolucionarias y el Partido Bolchevique en su concepción y perspectivas de Octubre. En el primer caso, la cuestión era derrotar al Poder con el objetivo de ampliar y fortalecer los órganos de autogestión obrera y campesina ya constituidos. En el segundo caso, la cuestión era orientar estos órganos en orden a la toma del poder y subordinar todas las fuerzas revolucionarias al Partido. Esta divergencia, jugó un rol fatal en determinar el curso futuro de la Revolución Rusa.
El éxito de los bolcheviques en la Revolución de Octubre – es decir, el hecho de que se encontraran en el poder, desde donde subordinaron toda la revolución al Partido, se explica por su habilidad en sustituir la idea del poder soviético por la revolución social y por la emancipación social de las masas. A priori, estas dos ideas parecieran no contradecirse, ya que era posible comprender el poder soviético como el poder de los soviets, y así se facilitaba la substitución de la idea del poder soviético por la Revolución. Sin embargo, en su realización y consecuencia, estas ideas estaban unas y otras en violenta contradicción. La concepción del Poder Soviético encarnado en el Estado Bolchevique, se transformó en un poder burgués enteramente tradicional, concentrado en un puñado de individuos, que sujetaron a su autoridad todo lo que era fundamental y más poderoso en la vida del pueblo -en este caso, la Revolución Social. Entonces, con la ayuda del “Poder de los Soviets”, en donde los bolcheviques monopolizaban casi todos los puestos -efectivamente, obtuvieron un poder total y pudieron proclamar su dictadura a lo largo y ancho del territorio revolucionario. Esto les otorgó la posibilidad de estrangular a todas las corrientes revolucionarias de los trabajadores que no estaban de acuerdo con su doctrina de alterar por completo el curso de la Revolución Rusa y hacerla adoptar una multitud de medidas contrarias a su esencia. Una de estas medidas era la militarización del trabajo durante los años del Comunismo de Guerra -militarización de los obreros para que millones de estafadores y parásitos pudieran vivir en paz, lujo y ocio. Otra medida fue la lucha entre la ciudad y el campo, provocada por la política del Partido, que consideraba a los campesinos como elementos no confiables y ajenos a la Revolución. También hubo, finalmente, un estrangulamiento del pensamiento libertario y del movimiento anarquista cuyas ideas sociales y consignas fueron la fuerza de la Revolución Rusa y se orientaban hacia la revolución social. Otras medidas consistieron en la proscripción del movimiento obrero independiente, la supresión de la libertad de expresión de los trabajadores en general. Todo se reducía a un único centro, desde donde emanaban todas las instrucciones concernientes a las formas de vida, de pensamiento, de acción de las masas obreras.
Este es el Octubre de los Bolcheviques. En él se encarnaba el ideal seguido por décadas por la intelligentsia revolucionaria, realizado ahora al por mayor por la dictadura del Partido Comunista de Todas las Rusias. Este ideal satisface a la intelligentsia dominante, pese a sus catastróficas consecuencias para los obreros; ahora ellos pueden celebrar con pompa su décimo aniversario de poder.
LOS ANARQUISTAS
El Anarquismo Revolucionario fue la única corriente político-social que exaltó la idea de la revolución social de los obreros y de los campesinos, tanto durante la Revolución de 1905 como desde los primeros días de la Revolución de Octubre. De hecho, el rol que pudieron haber jugado fue colosal, así como también pudieron serlo los métodos de lucha empleados por las masas. Del mismo modo, ninguna teoría político-social se pudo haber mezclado más armoniosamente con el espíritu y la orientación de la Revolución. Las intervenciones de los oradores anarquistas en 1917 eran escuchadas con una particular confianza y atención por los obreros. Uno podría haber dicho que el potencial revolucionario de los obreros y de los campesinos, junto al poder ideológico y táctico de los anarquistas, pudieron representar una fuerza a la cual nada podría oponerse. Desafortunadamente, esta unión no tuvo lugar. Algunos anarquistas aislados ocasionalmente sobrellevaban una intensa actividad revolucionaria entre los obreros, pero no había una organización anarquista de gran envergadura que dirigiera acciones más continuas y coordinadas, (Fuera de la Confederación Nabat y de la Makhnovchina en Ucrania). Sólo una tal organización pudo haber unido a los anarquistas y a los millones de obreros. Durante tan importante y ventajoso periodo revolucionario, los anarquistas se limitaron a las actividades restringidas de pequeños grupos en lugar de orientarse hacia la acción política de masas. Prefirieron ahogarse en el mar de sus disputas internas, sin intentar plantear el problema de una política y táctica común al anarquismo. Por esta deficiencia, se condenaron a la inacción y a la esterilidad durante los momentos más importantes de la Revolución.
Las causas del estado catastrófico del movimiento anarquista, residían en su dispersión, en la desorganización y ausencia de una táctica colectiva -cosas que casi siempre han sido sostenidas como principios por parte de los anarquistas, evitando que dieran un solo paso organizativo de forma que pudiesen orientar la revolución social de una manera decisiva. No hay asunto, en realidad, en denunciar a aquellos que, por su demagogia, su falta de reflexión, y su irresponsabilidad contribuyeron a crear esta situación. Pero la experiencia trágica que llevó a las masas obreras a la derrota, al anarquismo al borde del abismo, debiera ser asimilada desde ahora. Debemos combatir y estigmatizar sin misericordia a aquellos que de una u otra forma, continúan la perpetuación del caos y la confusión en el Anarquismo, a todos aquellos que obstruyen su re-establecimiento y organización. En otras palabras, a aquellos cuyas acciones vayan en contra de los esfuerzos del movimiento por la emancipación obrera y de la realización de la sociedad Anarquista-Comunista. Las masas obreras aprecian y son instintivamente atraídas al Anarquismo, pero no trabajarán con el movimiento Anarquista hasta verse convencidas de su coherencia teórica y organizativa. Es necesario que cada uno de nosotros intente al máximo que se alcance esta coherencia.
CONCLUSIONES Y PERSPECTIVAS
La práctica Bolchevique de los últimos diez años muestra claramente el rol contrarrevolucionario de la dictadura de su Partido. Cada año se restringen un poco más los derechos políticos y sociales de los trabajadores, y se les arrebatan sus conquistas revolucionarias. No cabe duda de que la “misión histórica” del Partido Bolchevique se encuentra vacía de significado y de que intentará llevar a la Revolución Rusa a su objetivo final: el capitalismo de Estado de los esclavos asalariados, vale decir, reforzar el poder de los explotadores y acrecentar la miseria de los explotados. Al hablar del Partido Bolchevique como parte de la intelligentsia socialista, que ejerce su poder sobre las masas obreras de la ciudad y el campo, tenemos en vista su núcleo dirigente central el cual, por su origen, por su formación así como por su estilo de vida, no tiene nada en común con la clase obrera, y pese a esto, rige todos los detalles de la vida del partido y del pueblo. Este núcleo intentará mantenerse por sobre el proletariado, quienes no pueden esperar nada de éste. Las posibilidades que ofrecen los militantes de base del Partido, incluyendo las Juventudes Comunistas, parecieran ser diferentes. Esta masa ha participado pasivamente en las políticas negativas y contrarrevolucionarias del Partido, pero proviniendo de la clase obrera, es capaz de llegar a percatarse del auténtico Octubre de los obreros y los campesinos y dirigirse hacia él. No nos caben dudas que de entre esta masa, vendrán muchos luchadores del Octubre obrero. Esperamos que asimilen rápidamente el carácter anarquista de este Octubre, y que vengan a prestarle sus manos. De nuestra parte, permítasenos indicar este carácter cuanto nos sea posible, y ayudar a las masas a reconquistar y conservar los grandes triunfos revolucionarios.
Piotr Archinov
Octubre 1927
(Traducción José Antonio Gutiérrez)
Source: Translator
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